17 de abril de 2018

Unciana

la ruda, que regalaba a las madres de los niños enfermos de sarampión y que, bajo la almohada, evitaba que se dañaran sus ojos; el árnica, de flor morada y hoja pilosa, que tan buenas ligas hacía con el alcohol; el mastranto, hermano de la hierbabuena, perfumador de la ropa en las coladas; y la unciana, y la hierba de las siete sangrías, y el poleo, la sanguinaria, el tomillo, el hinojo, el te silvestre, la carnosa hoja de san Juan
                                                                                             La escalera
                                                                                             Carlos Murciano 



La nómina de plantas que la sabiduría popular ha aplicado con mayor a menor fortuna para paliar distintos males es extensísima, y en esta relación que nos presenta Carlos Murciano aparece nuestra protagonista de hoy la unciana (Dorycnium rectum) que nos llama la atención por sus frutos, una legumbre pequeña de piel lisa brillante que se agrupa en ramilletes inicialmente verdes y luego de un llamativo color rojizo.


La mayoría de las referencias al empleo de la unciana que he encontrado por la red  remiten a la provincia de Cádiz, más concretamente a la sierra, el mismo Carlos Murciano es de Arcos de la Frontera. Y aunque en un estudio publicado en el año 1999 por Orestes Rodríguez Aguado (Un acercamiento a la medicina popular en Ubrique  1996-1997) se hace referencia a su utilización en diversas dolencias (conjuntivitis, heridas, dolores gástricos), el uso más extendido parece haber sido entre los arrieros para tratar las rozaduras de las caballerías. Para ello tostaban los frutos de la unciana y, tras molerlos como el café, lo aplicaban directamente sobre heridas y mataduras.


En el color, la forma y la disposición de los frutos de la unciana hay quienes han querido ver similitudes con unas hemorroides inflamadas. De ahí a proponer su uso para su alivio hay sólo un pequeño paso.


No se de dónde procede el nombre. También se conoce como emborrachacabras (no es la única como pasa tantas veces) y aunque no he encontrado referencias claras al respecto sus flores deben ser muy del gusto de las abejas y otros insectos, pues cuando se encuentra en floración un zumbido continuo brota de la planta.




3 de abril de 2018

Albahaca campesina

                                                     

Su dueño es de los que ciegan de buena gana porque otros no vean. Esa sangría tiene que hacerse en el prado que le sigue y que peca de secano. Con las aguas que aquí sobran, ganaba mucho el otro, y hasta los de más abajo; y este hombre prefiere segar espadañas, juncos y rabos de zorra en agosto, en vez de yerba superior, a que el vecino obtenga mediana por la virtud del riego regalado...

                                                                                                 El sabor de la tierruca
                                                                                                 José Mª de Pereda



El lector avispado, como se suele decir, se habrá dado cuenta de que en el texto de Pereda que hoy nos sirve de entrada no se nombra a la albahaca campesina. Y es que he hecho una pequeña trampa, pues a la Stachys ocymastrum se la conoce también como rabos de zorra, aunque no tengo seguridad de que la del texto sea nuestra protagonista ya que es nombre compartido con otras plantas.


Lo de rabo de zorra sospecho que será por estar toda ella cubierta de unos pelos erizados finos y sedosos a alguien le ha recordado el apéndice de este mamífero. Lo de albahaca campesina debe ser por similitud con la albahaca, similitud que yo no le veo pero algo debe haber ya que  ocymastrum hace referencia a su parecido con el género Ocimum al que pertenece la albahaca. Por terminar con los nombres stachys deriva del griego y significa espiga.


Poca utilidad he visto que tenga, fuera de que en algunos lugares se usa, junto con otras plantas, en la elaboración de licores de hierbas.