29 de octubre de 2019

Agallas de coscoja

- ¡Oh canalla- gritó a esta sazón Sancho-. ¡Oh encantadores aciagos y malintencionados, y quién os viera a todos ensartados por las agallas, como sardinas en lercha. Mucho sabéis, mucho podéis y mucho más hacéis. Bastaros debiera, bellacos, haber mudado las perlas de los ojos de mi señora en agallas alcornoqueñas, y sus cabellos de oro purísimo en cerdas de cola de buey bermejo, y, finalmente, todas sus facciones de buenas en malas, sin que le tocárades el olor, que por él siquiera sacáramos lo que estaba encubierto debajo de aquella fea corteza
                                                                                            Don Quijote de la Mancha
                                                                                            Miguel de Cervantes


Agallas han aparecido ya por el blog en diversas ocasiones. La que hoy traigo  está causada por la fase sexuada de una avispa de las agallas (cinípidos se llaman este tipo de avispas) de nombre poco menos que impronunciable: Plagiotrochus quercusilicis


Las fotos que podéis ver corresponden a agallas de esta especie sobre coscoja, con muestras de afectación tanto de  hojas como de flores. En este segundo caso son más alargadas y reciben el nombre de  fusifex.


Según he leído este cinípido no sólo produce agallas en hojas y flores de las coscojas, sino que también afecta a  las encinas, pero por más que remuevo en mi archivo no encuentro fotos con que acompañar este dato.


Buscando información por la red me he encontrado en más de una ocasión fotos de estas agallas ilustrando artículos hablando del kermes, cuando no identificándolo erróneamente con este. Y es que, como vimos hace dos semanas, de los caparazones desecados de las hembras del kermes vermilio, un insecto que se desarrolla en las coscojas se obtenía un tinte rojo , el carmesí, pero no tiene nada que ver con el Plagiotrochus


15 de octubre de 2019

Coscoja

                                                                      Déjame sola
                                                                      que sienta mis propios pasos
                                                                      venir entre las coscojas,
                                                                      del monte aquel que no olvido
                                                                      y de aquella tarde en que
                                                                      me dijo lo que me dijo

                                                                                             J.A. Muñoz Rojas



Coscoja, carrasca, chaparro... son muchos los nombres que recibe este arbusto, más raramente árbol o arbolillo de la familia de fagáceas y emparentado por tanto con robles, encinas, alcornoques, quejigos y demás. Tanto nombre nos da idea de su ubicuidad y de su, digamos, popularidad.  Científicamente se conoce como Quercus coccifera y ahora veremos por qué.


El origen del término quercus es posiblemente indoeuropeo, y en la antigua Roma designaba  a robles,  encinas y en general a todos los árboles productores de bellotas. Coccifera del verbo latino fero, llevar y el sustantivo coccum , kermes. El que lleva el kermes, y ¿qué es el kermes?


El kermes virmilio es un insecto que se desarrolla sobre las coscojas. De los caparazones desecados de las hembras se obtenía un tinte de color rojo, el carmesí, muy apreciado tanto más cuanto que al ser un producto escaso era muy caro. En Roma se teñían las más ricas telas con este colorante. Tras el descubrimiento de América el kermes fue desplazado por el rojo de cochinilla que se obtenía de un insecto, el Dactylopius coccus, de crianza complicada pero mas rentable que el kermes. La aparición de los tintes sintéticos ha hecho desaparecer casi por completo la producción de estos tintes naturales, aunque el rojo de cochinilla aun se usa como colorante alimentario.


La corteza es rica en taninos por lo que se ha usado para curtir cueros y como astringente, y aunque los cerdos prefieren las de encina, sus bellotas también han sido utilizadas en su alimentación.


Aquí me planto y digo: " Me joroba Narváez, me joroba doña Isabel y Sor Patrocinio...y don Francisco y el padre Clarinete". Oídme, rocas, jaras, retamas y chaparros: "¡Viva Prim, viva la Libertad...!". Oiganmé, lobos, zorros, galápagos, culebras que también sois españoles aunque animales: "¡Abajo las quintas!...¡Viva el liberalismo y el desestanco de todo lo estancado!"

                                                               Episodios Nacionales IV. La de los tristes destinos
                                                               Benito Pérez Galdós



1 de octubre de 2019

Ardivieja

Tras las lluvias de mayo El Curto ofrecía esta mañana un ameno aspecto ajardinado, como no es frecuente ver en los montes de encina: sobre una base de fino césped, un tapiz floral inusitado: chiribitas, ardiviejas, cantuesos, lenguas de buey ¡hasta amapolas! Nunca vi tantas variedades de flores en un sardón en esta época del año
                                                                                El último coto
                                                                                Miguel Delibes


El nombre de ardivieja, que no se de dónde vendrá, se aplica a diversas plantas pero sobre todo a los Helianthemum palabra de la que si sabemos el origen: del griego helios, sol, y del también griego anthos, flor. Y es que esta pequeña flor, como otras de las que ya hemos hablado, tiene fototropismo, se orienta según el sol.


Hoy voy a escribir poco, pues pocos datos he recabado de esta flor. No me atrevo ni a ponerle un apelido a Helianthemum. Ya advierten en flora ibérica que la distinción entre los distintos taxones puede ser muy compleja