26 de enero de 2016

Saúco

¿Sabes qué te digo? -dijo Vìctor, de pronto, y su voz se iba caldeando a medida que hablaba-: Que nosotros, los listillos de la ciudad, hemos apeado a estos tíos del burro con el pretexto de que era un anacronismo y...y los hemos dejado a pie. Y ¿qué va a ocurrir aquí, Laly, me lo puedes decir, el día en que en todo este podrido mundo no quede un solo tío que sepa para qué sirve la flor del saúco?

                                                                                 El disputado voto del Sr. Cayo
                                                                                 Miguel Delibes



Soy poco dado a polemizar, y en el blog mucho menos ya que no suelo exponer opiniones en él y menos sobre temas espinosos. Sin embargo hoy me voy a saltar la norma esperando no molestar a nadie, y es que leer sobre el saúco (sambucus nigra) y su relación con la sierra onubense, y tal vez condicionado por las circunstancias políticas, me ha llevado a una cuestión que no entiendo: los nacionalismos.


He nacido en Sevilla y aquí ha transcurrido toda mi vida.  Me encanta mi tierra, sus gentes, sus pueblos, sus costumbres y tradiciones. Soy y me siento andaluz. Y ¿por qué? ¿Andaluz yo? Mis padres, mis abuelos, mis bisabuelos... nacieron todos en un pueblo de La Mancha. Sin embargo pese a este espíritu tan sedentario y poco aventurero de mis antepasados, de mis cuatro primeros apellidos dos son indudablemente vascos, y de allí vendrán. Mis hijos son también andaluces, han nacido aquí, y de padres andaluces. Pero ya hemos visto que dos de sus abuelos son manchegos, y de los otros dos uno canario y otro andaluz, y aun en este último no hay que ascender mucho por el árbol para llegar a Vitigudino (Salamanca).


La movilidad no se queda limitada a nuestras fronteras, sino que las desborda, y con la crisis el fenómeno de ha agudizado. Tengo sobrinos nacidos en Gran Bretaña, de padre británico, y miembros de la familia residentes en Gran Bretaña, en Suecia, en Holanda, en Chile; niños que aunque mantienen los lazos con su tierra de origen se están criando en esos países y quién sabe si no acabarán echando raíces en ellos...


El dónde nacemos es circunstancial. No puedo sino estar de acuerdo con Amin Maalouf cuando dice nací en un planeta, no en un país. Sí, claro, también nací en un país, en una ciudad, en una comunidad, en una familia, en una maternidad, en una cama...Pero lo único importante, para mí y para todos los seres humanos, es el hecho de haber venido al mundo.¡Al mundo! (Los desorientados)


Las tierras de la sierra de Aracena fueron reconquistadas en el siglo XIII por los reyes portugueses, los cuales terminarían cediéndolas a Alfonso X el Sabio en 1253. Éste las repoblaría con gentes venidas del reino astur-leonés. Ha llovido mucho desde entonces y ya no tenemos conciencia de ello, pero ha quedado  reflejado en muchas cosas. Ya tuvimos oportunidad de ver como estos repobladores nos trajeron los castaños. También quisieron recordar su procedencia en algunos topónimos: Fuentes de León, Arroyomolinos de León...y también trajeron rasgos dialectales propios, y aquí llega, por fin, el saúco.


A nada que nos nombren Jabugo comenzamos a salivar y se nos forma en la cabeza la imagen de un maravilloso jamón pata negra. A nadie, o casi nadie, se le vendrá la imagen de un saúco, y sin embargo Jabugo no significa "jamón cinco jotas" sino más bien "lugar en el que abundan los saúcos". Con el mismo origen aunque menos conocida  tenemos la aldea de Aracena llamada Jabuguillo. Procederían estos términos del latín sabucus y delatarían a decir de los filólogos el origen asturiano de sus pobladores


Quién haya llegado a este punto estará pensando que a lo peor me pasa como a los políticos, que discutiendo de lo accesorio no entran en lo fundamental. Y lo fundamental aquí es saber para qué sirve la flor del saúco. Preguntémosle al Sr Cayo

- ¿Qué flor es ésta? - preguntó y la hacía girar por el tallo, entre los dedos.
El señor Cayo la miró fugazmente:
- El saúco es, la flor del saúco. Con el agua de cocer esas flores, sanan las pupas de los ojos.



12 de enero de 2016

Lentejas de agua

Dejamos el ruido del río, los nenúfares flotando en el agua, las mariposas que descansan sobre ellos, los patos blancos que juegan en el agua, los peces que nadan en el agua, los sentimientos de los peces, el comportamiento de los patos, las ideas de las lentejas de agua, el soliloquio de la corriente de agua...detrás de nosotros.
                                                                                                              La república del vino
                                                                                                              Mo Yan


Las lentejas de agua son unas plantas acuáticas diminutas, de apenas 2 mm, que podemos encontrar en grupos de 2-4 individuos flotando libremente en aguas lentas o estancadas. Su nombre científico es lemna y en nuestro ámbito existen dos especies la minor y la gibba, difíciles de distinguir a simple vista, más fácil al tacto al ser la segunda más gruesa y la primera plana.


Me parece que hasta que me he puesto a leer sobre las lentejas de agua no había oído el término eutrofización. Suena a algo bueno. Y más cuando te enteras de que se llama así un proceso por el que las aguas de un río o un lago se enriquecen de nutrientes. Pero eso al parecer no es nada bueno; todo lo contrario: puede ser fatal. Un exceso de nutrientes conduce a un aumento de algas, plantas y otros organismos, que al morir se pudren. La putrefacción consume oxígeno con lo que las aguas dejan de ser adecuadas para muchos seres vivos. Y no es esto todo. En el lecho de las aguas va acumulándose material orgánico con lo que la profundidad disminuye

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Una de las plantas que prosperan en los procesos de eutrofización son las lentejas de agua,  que además colaboran en su avance pues al cubrir grandes superficies impiden que entre la luz solar disminuyendo la fotosíntesis.


Sin embargo se da la paradoja de que la lenteja de agua puede contribuir también a combatir la eutrofización. Las causas de la eutrofización son por un lado naturales y por otro dependientes de la actividad humana. He podido leer que se han realizado experiencias prometedoras con lentejas de agua para tratar aguas residuales o para acumular metales pesados.


Entonces se abrió la puerta, y entró ella. Tenía el pelo oscuro, como Frieda, aunque se veían hebras canosas entretejidas en su espesor. Había una expresión soñadora en su rostro, modelada, quizá, por la contemplación de ríos, cisnes y lentejas de agua.
                                                                                   Guía de Kashgar para damas ciclistas
                                                                                   Suzanne Joinson