El año en estampas
Mariá Villangómez Llobet
Hay ocasiones en las que desde que fotografío una planta hasta que logro ponerle nombre pasa mucho tiempo. Es lo que me ha ocurrido con esta ononis natrix, a cuya identificación he llegado por una asociación que no se como no se me ocurrió antes: su parecido con la gatuña de la que es evidentemente familia.
A la alegría de identificarla le siguió cierto pesimismo al conocer su nombre común: pegamoscas. ¿Quién iba a haber escrito algo con ese nombre? Más que remitir a una flor de hermoso color dorado, me parece estar viendo aquellas tirillas de papel que colgaban de los techos para atrapar moscas, todo sea dicho con tanta efectividad como poco glamour. Pero, ¡oh sorpresa!, no encontré un texto, encontré dos:
El sol de la mañana ilumina mi jardín
y yo me entretengo mirando las pegamoscas
que tiene un color amarillo cadmio claro
y alrededor de las flores veo unas abejas.
Mi jardín
Juan José Torres Núñez
Debe su nombre al hecho de estar cubierta de unos pelos glandulosos que segregan una substancia pegajosa a la que quedan adheridas cosas de poco peso como polvo, trozos de hojarasca, pequeñas semillas... También es conocida como melera, por lo que sospecho que debe ser grata a las abejas, y como hierba culebra aunque no he logrado averiguar el por qué, pese a que debe existir una razón poderosa ya que su apellido científico, natrix, es el de un género de serpientes que incluye entre otras a la culebra de agua.