19 de agosto de 2015

Hierba mora

¿No se hundiría la tierra dejando una mancha seca y estéril en que crecerían luego en abundancia la mortífera hierba mora, el beleño, la belladona y cuanta planta maligna pudiese producir el clima?

                                                                                                La letra escarlata
                                                                                               Nathaniel Hawthorne



Hoy estamos de oferta: dos plantas por el precio de una. El motivo de la oferta es la gran similitud entre las dos especies, Solanum nigrum y Solanum villosum, patente también en el hecho de compartir nombres vernáculos, los más populares hierba mora y tomatillos del diablo. Hay por supuesto diferencias entre ambas sin necesidad de llegar al ADN.


Solanum nigrum es menos vellosa y de hojas más oscuras y alargadas. Pero la mejor manera de diferenciarlas es esperar a que sus frutos maduren. Los de Solanum nigrum pasan del verde al negro, en tanto que los de villosum adquieren un color rojo. Ya lo decía san Mateo: "por sus frutos los conoceréis".


Aunque en algunos lugares he leído acerca de su utilidad para diversas dolencias, es bien conocida su toxicidad y de hecho el Solanum nigrum figura en una orden que recoge la lista de plantas que en razón de su toxicidad tienen prohibida o restringida su comercialización.


No aparece en esa lista el Solanum villosum, pero parece que es a ella a la que se refiere Plinio en su Historia natural cuando dice: "no quiero dar la descripción de ella porque me ocupo de remedios, pero no de venenos, y en tratándose de esta especie bastan algunas gotas de su zumo para perturbar la razón. Sin embargo, los autores griegos juegan con ella: a la dosis de una dracma, provoca imaginaciones lascivas, visiones fantásticas, que parecen reales; a dosis doble una verdadera locura; y a cualquier dosis mayor, la muerte".


Movió la cabeza y continuó: El vano deseo de tu madre, satisfecho al fin de la forma burlona en que suelen cumplirse los deseos demasiado fervientes, como tomatillos del diablo que son, ha provocado esta crisis
                                                                                                         Norte y sur
                                                                                                         Elisabeth Gaskell



5 de agosto de 2015

Trébol rosa

Las nubes bajas alcanzaban la Union Jack en la torre del parlamento unos minutos antes de ser, como siempre, mágicamente prestidigitadas a las cinco en punto. Huele a trébol rosa y a grama, a madreselva, a yedra reptante y a orín de ardilla.
                                                                                              Los invitados
                                                                                              Alfonso Grosso


Ya hemos visto en otras ocasiones como las presuntas aplicaciones de las plantas derivan de alguna de sus características morfológicas. Y no sólo las plantas ¿a quien no le han dicho alguna vez que las nueces son buenas para estudiar y para el cerebro? Algunas de estas similitudes tienen consecuencias desastrosas: la  apariencia fálica de su cuerno ha conducido a los rinocerontes al borde de la extinción, al atribuírsele efectos beneficiosos sobre los problemas de erección. Esta interpretación mágica me he enterado que tiene un nombre: teoría de los signos o de los símbolos, y viene a decir que la naturaleza a dotado a sus criaturas de unos signos externos que no son otra cosa que  pistas que nos permiten descubrir sus virtudes.


El trifolium pratense, conocido como trébol rosa , también ha pasado por el tamiz de la teoría de los signos, y el resultado es que es bueno para las cataratas. Y ¿qué signo nos muestra? Pues esa mancha blanquecina en el envés de los foliolos, que sería la representación del cristalino opacificado. 


Aunque se ha usado para tratar afecciones digestivas y para los sofocos menopáusicos por su contenido en isoflavonas, su principal utilidad continúa siendo el de planta forrajera, y con este fin viene siendo ampliamente cultivado  desde hace siglos siendo una de las plantas con las que se fabrican esas balas de heno que podemos ver por los campos.