ya el viajero allí nunca va su sed a apagar.
Ya no brota la hierba, ni florece el narciso,
ni en los aires esparcen su fragancia los lirios.
En las orillas del Sar
Rosalía de Casto
Son varias las versiones que del mito de Narciso existen, del mismo modo que son varias las flores que llevan ese nombre. Yo hasta ahora tan sólo he tenido la fortuna de encontrar en la sierra de Aracena este Narcissus triandrus, pero como espero con el tiempo encontrar algún otro me limitaré a relatar la versión de Ovidio en sus Metamorfosis, dejando otras para futuras entradas.
Narciso es hijo de Liríope que, aunque ninfa, como cualquier madre se muestra desde el principio preocupada por el futuro de su hijo, de modo que le pregunta al adivino Tiresias si tendrá el recién nacido larga vida, a lo que este contesta sibilinamente: Si a sí no se conociera.
A los dieciséis años el niño era una "joya" que levantaba pasiones en ambos sexos, pasiones que únicamente hallaban como respuesta burlas y desprecio. Clamó uno de los depreciados al cielo: Que así aunque ame él, así no posea lo que ha amado, súplica que fue escuchada y atendida por Némesis, personificación de la venganza divina.
Cansado tras un día de caza llega Narciso a un lugar idílico y virgen: Un manantial había impoluto, de nítidas ondas argénteo, que ni los pastores ni sus cabritas pastadas en el monte, habían tocado, u otro ganado, que ningún ave ni fiera había turbado ni caída de su árbol una rama. Se inclina el joven sobre las cristalinas aguas a beber quedando al instante arrebatado, enamorado de su propia imagen: Quédase suspendido él de sí mismo [ ] y todas las cosas admira por las que es admirable él.
Incapaz de apartarse, muere Narciso inclinado sobre su propia imagen, a la que seguirá mirando en los reinos de Hades: Después que fue en la infierna sede recibido, en la estigia agua se contemplaba. Pese a los desplantes recibidos por el soberbio muchacho preparan las ninfas, Náyades y Dríades, una pira y un féretro para Narciso mas dónde debía encontrarse el cuerpo no hallan sino una flor.
(Los textos de las Metamorfosis de Ovidio corresponden a la traducción de Ana Pérez Vega)