Tenía la habitación una chimenea de campana, tan grande como una habitación pequeña de nuestro piso en Madrid. Mariano trajo haces de retama y poco después se elevaba una llama alta como un hombre. La habitación se pintó de rojo, las velas eran tres llamitas pálidas, perdidas.
La forja de un rebelde Arturo Barea
En muchas de las referencias literarias que he encontrado aparece la retama ardiendo, y no es de extrañar si atendemos a lo que decía Quer de que todas las tahonas de Madrid usaban esta Retama sphaerocarpa como combustible.
Se trata de un arbusto muy ramificado, con aspecto desparramado, grisáceo, habitualmente sin hojas por caerse estas muy fácilmente siendo las ramas las que realizan la fotosíntesis, que se viste de amarillo cuando florece.
El fruto es una legumbre redondeada que aparte de proporcionarle el epíteto (sphaerocarpa, de fruto redondo) le da también sonido: cuando la semilla de su interior se suelta se comporta como una maraca al ser mecidas las ramas por el viento. Retama procede del nombre árabe de la planta, rátam.
Al igual que otras leguminosas en sus raíces podemos encontrar unos nódulos producidos por bacterias del género Ryzobium que fijan el nitrógeno, enriqueciendo de ese modo el suelo. Quizás de ahí proceda la antigua creencia de que en la raíces de la retama se encontraban unas bolitas que eran el remedio de todos los males. Lo cierto en que esos nódulos podemos encontrar una hemoglobina similar a la humana, y que tal vez podría ser de utilidad en algunos estados carenciales.
Aparte de como leña como ya hemos visto, se ha usado para la fabricación de escobas, cestos o la techumbre de los tradicionales chozos. Y se le han atribuido efectos diuréticos y laxantes.
Se trata de una planta propia de la península ibérica y del norte de África