27 de noviembre de 2013

Lentisco

...y sobre todo el agreste lentisco, impasible veterano, fiel a todas las estaciones, como un amigo en todas las desgracias; siempre verde como una esperanza sin desengaño.


                                                                                        Clemencia
                                                                                        Fernán Caballero




Es una idea bastante generalizada pensar que la costumbre de masticar chicle (tripas de gato, que decía mi abuela Manuela, asegurando que si nos lo tragábamos las nuestras quedarían irremediablemente pegadas, salvo cirugía que viniese a repararlo), es una más de las invasiones procedentes de los Estados Unidos. Y no les falta parte de razón a quienes así piensan al ser el chicle tal y como lo conocemos hoy un "invento" americano de mediados del siglo XIX. Pero la costumbre de usar gomas de mascar con distintos objetivos ( limpiar los dientes, combatir el mal aliento, calmar la ansiedad o por mero placer) es mas antigua que el chewing gun.


La palabra chicle de hecho proviene del náhuatl refiriéndose a la resina obtenida del árbol manikara zapota que por su sabor dulce era masticada por las tribus de américa central de dónde es originario. En Europa no teníamos ese árbol pero si teníamos lentiscos (pistacia lentiscus), de los que, practicándoles unos cortes en su tronco se obtenía la almáciga, una resina que se usaba  como hoy hacemos con el chicle. 


Alfonso Mateo-Sagasta, en su novela sobre el Siglo de Oro Ladrones de tinta nos habla de este uso: Estaba de charla con Pablo Cimorro, un amigo común que, recién afeitado y con el aliento fresco, parecía a punto de irse mascando una bolita de almáciga. Ya sabe usted que la almáciga es como llaman a la resina de los lentiscos de la isla de Quios, pequeñas lágrimas de color opalino que se ablandan deliciosamente en la boca y cuestan una fortuna.  A la vista de las magníficas descripciones del autor las calles en el Siglo de Oro no debían oler muy bien asi que  no sólo serviría la almáciga para refrescar el aliento, sino también para enmascarar el hedor circundante.


Pese a la abundancia de lentiscos en la península ibérica, nunca ha sido la obtención de la almáciga una actividad habitual, como ocurría en la isla griega de Quios  cuya almáciga  pasaba por ser la de mejor calidad. Si se ha usado como combustible siendo muy apreciado por dar un fuego duradero al ser una madera de combustión lenta. Sus semillas han sido utilizadas para alimentar al ganado (con excepción del vacuno pues merma la calidad de la leche) y para extraer un aceite empleado para alumbrado.

                                                                 

12 de noviembre de 2013

Jaguarzo negro

Los excursionistas aceleraron el paso. La garriga fue transformándose en un encinar ralo en el que abundaba el jaguarzo negro; los olorosos arbustos estaban repletos de cápsulas que ya habían liberado las semillas.

                                                                           Exitus
                                                                           Antonio Pavón



Si identificar una determinada planta es en muchas ocasiones complicado, lo de "elegir" su nombre común tampoco deja de ser un lío. Así, por ejemplo, en el ya mencionado en otras ocasiones sistema de información sobre las plantas de España, anthos, son nada menos que treinta los nombres vernáculos recogidos para nuestra jara de hoy, el cistus monspeliensis. Escoger entre todos ellos el de jaguarzo negro obedece a dos motivos. En primer lugar porque es el que le adjudican en el libro flora y vegetación del Andévalo, que es entre las diversas fuentes que suelo manejar la que geográficamente más se acerca a la sierra. Y en segundo lugar la circunstancia de contar con un texto en el que aparece el jaguarzo negro.


Densamente ramificado con hojas lanceoladas parecidas a la de la jara pringosa, y también como esta  aromática y pegajosa, debe su  nombre a la ciudad francesa de Montpellier. El epíteto de negro posiblemente se deba al verde tan oscuro y profundo de sus hojas.


En las islas de La Gomera y El Hierro se utiliza esta jara en el proceso de ahumado de algunos quesos, lo que les confiere un aroma particular.