24 de febrero de 2012

Peonía

                                                            Ardiente-y-fría una falda
                                                            de lunas en agonía
                                                            quisiera para su cuerpo
                                                            - delfín moreno del mar
                                                            verde y quieto del espejo-.


                                                            El niño, aprendiz de sastre,
                                                            le ofrece una peonía.


                                                                                   Madrigal dramático de Ardiente-y-fría
                                                                                   Rafael Alberti 


En varios lugares refieren que la peonía (Paeonia broteri) recibe este nombre para honrar la memoria de Peón, médico de los dioses del Olimpo, que habría curado a Hades haciendo uso de esta planta. En efecto este personaje aparece dos veces en el canto V de la Iliada, y cura a Hades y a Ares, aunque en ningún momento se indica que usara plantas, sino "drogas calmantes".


Dioscórides le atribuía múltiples aplicaciones terapeúticas: para la ictericia, las hemorragias uterinas,, para los sofocos, los cálculos renales, la diarrea...pero tal vez lo más curioso son las propiedades mágicas que  se le atribuían a sus semillas. Con ellas se elaboraban collares que puestos al cuello de los recién nacidos los protegían de la epilepsia  y del mal de ojo. También para proteger del mal de ojo, en algunas zonas de Albacete el día en que se bautizaba a un niño se echaban en la pila bautismal tres semillas de peonía. Tras bautizarlo introducían las tres semillas junto a tres hojas de la planta  en un escapulario que colgaban al cuello del recién cristianado.


En cualquier caso nos encontramos, por su tamaño, belleza y color ante una de las flores más llamativas con la que podemos tropezar en la sierra.


Para saber más sobre la peonía visita esta página
                         

12 de febrero de 2012

Hongo yesquero

Un día, ya oscurecido, se encontró con que no podía comprase ni una vela, y entonces se acordó de un cacho de yesca que había en la bolsita sacada del árbol de la bruja. Buscó la bolsa y sacó el trocito de yesca; y he aquí que al percutirla con el pedernal y saltar las chispas, se abrió súbitamente la puerta y se presentó el perro de ojos como tazas de café
                                                                                     La cajita de yesca
                                                                                     Hans Christian Andersen


Supongo que nadie a estas alturas se sorprenderá si digo que, más allá de lo puramente botánico, me gusta indagar qué hay detrás de las plantas, encontrar relaciones con la literatura, la medicina, la mitología, la historia...conocer cosas nuevas a veces por los caminos más insospechados. Otzi ha sido uno de esos descubrimientos y llegué a él por medio del hongo yesquero (Fomes fomentarius) . Contaré su historia  por si alguien no la conoce.


El año 1991 un matrimonio alemán que se encontraba de turismo por los Alpes halló cerca de la frontera entre Italia y Austria un cadáver momificado. Una vez realizadas las pruebas pertinentes se comprobó que era la momia humana natural más antigua de la que se tiene conocimiento ya que vivió unos 3300 años antes de nuestra era. Hay momias más antiguas, pero no han alcanzado dicho estado de manera natural sino por acción del hombre. Tampoco todos están de acuerdo en que Otzi sea la más antigua de las naturales pero dejémoslo estar y continuemos. Dada la zona en que se encontró, la región austriaca de Otztal, fue bautizado como Otzi. La causa de su momificación (no confundir con la de su muerte) fue el intenso frío. Si hacemos inventario de lo que Otzi llevaba consigo encontramos, entre pedernales, flechas, un hacha o un cuchillo, un hongo yesquero.


El hongo yesquero, también conocido por su forma como casco de caballo, debe su nombre a que de él se obtiene, raspándolo, yesca con la que encender fuego. Se piensa que para eso lo llevaba Otzi en su morral. Pero no nos fiemos mucho de las suposiciones e hipótesis de los especialistas: una de las conclusiones a las que al parecer llegaron tras analizar su pelo  fue que Otzi era vegetariano, y mira por donde al estudiar su contenido estomacal se comprobó que su última comida había consistido en carne de gamuza y de ciervo. Quedémonos pues con que llevaba el hongo. Él sabría para qué.


Podéis leer completa la cajita de yesca de Hans Christian Andersen. Y os dejo también el enlace a un vídeo en el que puede verse el proceso de encender fuego con un hongo yesquero

3 de febrero de 2012

Rusco

Antes te parezca yo más amargo que las yerbas sardas, más desabrido que el rusco y más vil que el légamo arrojado a la playa, si no es más largo ya para mí este día que todo un año.


                                                                                                     Églogas
                                                                                                     Virgilio


Dice el DRAE en su primera acepción de hoja: cada una de las láminas, generalmente verdes, planas y delgadas,  de que se visten los vegetales, unidas al tallo o a las ramas por el peciolo o, a veces, por una parte basal alargada, en la que principalmente se realizan las funciones de respiración y fotosíntesis. En el tallo del rusco (Ruscus aculeatus) podemos observar de forma alterna unas láminas, planas, delgadas, verdes y que realizan la fotosíntesis. Pero, no son las hojas. Reciben el nombre de filóclados o cladodios y son una transformación del tallo.


Las verdaderas hojas se encuentran reducidas a unas diminutas escamas membranosas que se encuentran en la axila de los filóclados. Al igual que las hojas verdaderas, también las flores, asimismo diminutas, pueden pasar desapercibidas, o no reconocerse como tales. Aparecen a finales de invierno y principios de primavera y se pueden ver en el centro del filóclado.


Los que no pasan desapercibidos son los frutos, unas bayas de un rutilante color rojo.


Ha conocido muchos usos el rusco. Sus tallos, tiernos, se han consumido preparados como los espárragos. También se usaban las ramas, por lo espinoso de los filóclados, para que los ratones no se acercaran a la carne que se guardaba en las despensas ( en alemán recibe el nombre de espino de ratones). Su principal uso hoy en día deriva de sus propiedades antihemorroidales.