25 de octubre de 2016

Cardo cuco

Casi casi estoy por creer que al señor Bruna le ha parido un cardo cuco según lo que pincha
                                                                           
                                                                                 Diego Corrientes  
                                                                                 Manuel Fernandez y Gonzalez   


A la peste negra le "debemos" no sólo millones de muertos sino también obras de arte como El Decamerón y las danzas macabras o el estar detrás del nombre científico del cardo cuco. Pero antes de explicar cómo es esto me voy a permitir una digresión.


Siempre que leo algo sobre la peste negra me viene a la cabeza algo que leí hace muchos años en una novela del  noruego Jostein Gaarder (El misterio del solitario) y que da una idea de lo "accidental" y "milagroso" de nuestra existencia. La epidemia de peste negra que recorrió Europa en el siglo XIV fue devastadora. Las cifras varían según la fuente que se consulte, algunos hablan de un tercio de la población europea muerta, otros de un 60%. Millones de muertos, sean cuales sean los porcentajes. En España he leído que la población pudo pasar de seis a dos millones y medio de personas. Echemos ahora unas cuentas. El número de nuestros antepasados es una progresión geométrica cuya razón es 2. Cada uno de nosotros tiene 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos....Desde la gran epidemia de peste negra han pasado casi siete siglos, y si contamos 3 generaciones por siglo , lo que no es tirar muy alto, tenemos 21 generaciones. Pues bien esa vigésimo primera generación de antepasados de cada uno de nosotros estaría formada por ¡2.097152 personas! Aun admitiendo los muchos errores que pueden tener estos cálculos (bodas entre primos por ejemplo) estamos hablando en cualquier caso de un número elevadísimo de individuos, de personas que no murieron a causa de la peste (o al menos no antes de engendrar) haciendo posible que hoy me encuentre yo aquí haciendo almanaques.


Según la leyenda unos ángeles le explicaron a Carlomagno como usar una planta para proteger a su ejercito de la peste. No se cómo de efectiva sería la receta, no mucho si tenemos en cuenta que la madre y una de las esposas que a lo largo de su vida tuvo Carlomagno murieron a causa de la peste. También puede ser que la revelación angelical fuese posterior a ambos fallecimientos, no seamos tan descreídos. Lo cierto es que esta planta desde entonces de conoce como Carlina angélica y da nombre a un género en el que se encuentra la Carlina racemosa.



Las dos nombres vulgares más comunes de la carlina racemosa son los de  cardo cuco y cardo uvero o de las uvas, supongo que en este segundo caso por coincidir su floración con la vendimia. No tengo noticias de que se utilice para algo.


En las dos últimas fotos se pueden observar unos puntitos rojos y que creo que no es la primera vez que aparecen por el blog. He de confesar que la primera vez que los vi fue en alguna foto, pero no mientras la hacía. Luego los he visto muchas veces moviéndose sobre las plantas, sobre todo haciendo macros, y me he enterado que aunque se conoce como araña roja en realidad es un ácaro, Tetranychus urticae, y su color no siempre es rojo sino que varía según la edad, condiciones ambientales...y aunque para los cultivos es muy perjudicial para  el hombre no parece ser lesivo, pese a lo cual a mi, cuando los veo, me empieza a picar todo

11 de octubre de 2016

Orchis conica

Pero vos no sabés los ojos que tiene esa mujer, muy negros, sobre esa piel tan blanca. Y me olvidaba lo mejor: cuando ya aparece al final en la popa del velero, se ha puesto la flor de terciopelo en el cabello, a un costado, y no se sabe qué es más suave, si el terciopelo de la orquídea o el cutis de ella, que es como de pétalo de alguna flor.
                                                                                          El beso de la mujer araña
                                                                                          Manuel Puig



Me había comprometido a que la próxima vez que viniese una orquídea por aquí hablaríamos de sus tubérculos, y esa oportunidad ha llegado con esta Orchis conica.


Estos dos tubérculos que encontramos en la raíz no son parejos, uno de ellos es más oscuro,   arrugado y deshinchado que el otro, que se nos muestra terso, liso, pálido y de menor tamaño.  A partir del primero es desde el que se ha desarrollado la planta que estamos viendo, en tanto que el segundo, de nueva formación, es el que dará lugar a la planta el próximo año.


El filósofo griego Teofrasto, autor de dos tratados sobre las plantas, no sólo fue el primero del que tengamos constancia que usó el término orchis para referirse a las orquídeas, sino que atribuyó a sus tubérculos algunas propiedades, en la esfera sexual por supuesto. Y así consumir el tubérculo de mayor tamaño aumentaría el deseo y el vigor sexual, en tanto que el pequeño tendría el mismo efecto que aquel famoso bromuro que según la leyenda urbana se escondía en el café y en las sopas que servían en la mili. Andrés Laguna en sus comentarios a Dioscórides apuntaba que los hombres que comían el tubérculo mayor engendraban varones, mientras que el menor consumido por mujeres daba lugar a la concepción de mujeres


La Orchis conica pertenece a una familia de orquídeas, la orchis, distinta a la de  las cephalanteras que hasta ahora hemos visto. Y mientra que las cephalanteras atraen a los polinizadores simulando tener polen, las orchis muestran unas manchas o marcas en las flores, llamadas "señales del néctar" y que simulan precisamente eso, ser néctar a cuyo reclamo acuden los insectos.