26 de noviembre de 2014

Hierba jabonera

Lavaron sus ropas con hierba jabonera y las colgaron de una acacia donde no pudieran engancharse en los espinos si soplaba viento.
                                                                                                           En la frontera
                                                                                                           Cormac McCarthy



Todos sabemos por experiencia propia que si tenemos una mancha de grasa e intentamos quitarla sólo con agua no lo logramos. Sin embargo si usamos jabón la operación será exitosa. Ello es así porque los jabones están compuestos de una parte liposoluble que al poder mezclarse con la grasa permite su disolución, y tiene otra parte hidrosoluble  que le permite disolverse en el agua. Las saponinas son unos compuestos formados por un glúcido (un azúcar) soluble en agua y otro elemento no glucídico liposoluble, es decir se comportan como el jabón y generan espuma al agitarlas en el agua.


La hierba jabonera o saponaria, saponaria officinalis, es rica en saponinas de ahí su nombre y su uso desde antiguo; ya San Isidoro (599-636) en sus Etimologías nos habla de ella y nos dice como recibe también el nombre de hierba lanaria por ser usada para limpiar la lana, y por el mismo motivo, y aunque no lo dice San Isidoro es conocida como hierba de los bataneros.


Para lavar la ropa se usaban las raíces que se dejaban junto con la ropa a lavar en un recipiente con agua durante toda la noche enjuagándose por la mañana.


Y aunque el término officinalis nos remite a aquellas plantas que eran usadas en las boticas, no parece muy oportuno hacer uso, al menos por vía interna, de la hierba jabonera por contener substancias tóxicas. En cuanto a su olor no me he parado a ver si huele bien o no, de modo que no se que opinar de lo que dice Juan Rulfo, sólo decir como ya he dicho en otras ocasiones que para hacer las fotos hay que acercarse, y yo no he notado nada.

Era ese tiempo de la canícula, cuando el aire de agosto sopla caliente, envenenado por el olor podrido de las saponarias
                                                                                    Pedro Páramo
                                                                                    Juan Rulfo



12 de noviembre de 2014

Centaura menor

También aquí hay flores durante todo el año; las hay amarillas, azules, rojas... y hay centaureas, que son unas flores pequeñas muy lindas.
                                                                                                Werther
                                                                                                Wolfgang Johan von Goehe      



Todos sabemos que los centauros son unos seres fantásticos con cabeza y torso de hombre y el resto del cuerpo de caballo. Y aunque pudiésemos pensar que su origen está en alguna aventura de esas raras que se montaba Zeus en las que, cual predecesor de Mortadelo,  adoptaba los más diversos disfraces para engañar a la bella de turno, no es así en esta ocasión, aunque tiene su papel protagonista en la historia. Al parecer un tal Ixión, que alcanzó el perdón de Zeus de los delitos de perjurio y asesinato en la persona de su suegro, lejos de estar agradecido se atrevió a tirarle los tejos a Hera, la esposa de su benefactor. Fabricó Zeus una nube con la forma de Hera para ver hasta donde era capaz de llegar Ixión, y vaya si llegó lejos, tanto que la nube "dio a luz" pero no lluvias, nevadas o granizo sino centauros.


Los centauros en general caen bien, ¡como no, viendo esos apuestos y galantes centauros de la película fantasía que parecen surfistas californianos a los que les iría mejor como banda sonora el Good Vibrations de los Beach Boys que la Pastoral de Beethoven! ¡Y qué decir de ellas, que parecen recién sacadas de una playa hawaiana! Sin embargo los centauros eran seres violentos, brutales, de costumbres bárbaras que se alimentaban de carne cruda. Hay dos excepciones sin embargo, Folo (de quién, al menos hoy no hablaremos) y Quirón, cuyo origen era distinto.


Quirón era hijo de dos dioses, Crono y Filira, hija esta del Océano. No está claro si él adoptó la forma de caballo para engatusarla a ella, o fue ella la que para darle esquinazo se transformó en yegua pero no logró engañar al dios que se metamorfoseo en caballo. Según otra versión lo que ocurrió es que Rea, esposa de Crono, acertó a pasar por la playa donde su esposo se la estaba pegando con Filira, y pillado "en el acto" en lugar de decir "querida, no es lo que parece", optó por tomar la forma de caballo y alejarse al galope. El caso es que nació Quirón: afable, sabio, juicioso, médico, cirujano (de aquí, de Quirón, el origen de la palabra cirugía), amigo de los hombres, educador entre otros de Aquiles, Patroclo, Eneas, Ulises, Jasón y Asclepio.                                  


No tuvo suerte Quirón. Apoyando a Hércules en su lucha contra los centauros, resulta herido por una flecha del héroe. El propio Hércules intentará curar al viejo centauro aplicando hierbas en la herida, de ahí que una de ellas de hermosas flores rosadas recibiera el nombre de centaurium erythraea, nuestra centaura menor. Ninguna hierba sin embargo era capaz de curar la herida, y Quirón inmortal como era, harto de aquella úlcera que no sanaba, renuncia a su inmortalidad y va voluntariamente al reino de los muertos en lugar de Prometeo que logra de ese modo la inmortalidad.


Es planta toda ella de sabor muy amargo, tanto es así que se conoce como hiel de la tierra, y Font de Quer dice que es "poco menos que insoportable"