27 de septiembre de 2016

Cardo mariano

Había discurrido cómo dejarlo para siempre si quería: reducción drástica del consumo en un programa de siete días, con mucha loperamida; suplementos de magnesio y aminoácidos en forma libre para rellenar mis neurotransmisores consumidos; proteínas en polvo, electrolitos en polvo, melatonina (y marihuana) para dormir, así como varias pociones y tinturas herbáceas en las que la becaria tenía fe ciega, raíces de regaliz, cardos marianos, ortigas, lúpulo, aceite de semillas de comino negras, raíces de valeriana y extracto de escutelaria.
                                                                                                  El jilguero
                                                                                                  Donna Tartt



Se unen en el texto elegido el cardo mariano (Silybum marianum) y el jilguero, y los unen más cosas. A buen seguro todos hemos reparado alguna vez en que los jilgueros son muy aficionados a alimentarse de las semillas de los cardos marianos y de otros cardos, y de ahí proceden  varios de los nombres por los que es conocido. Jilguero viene del latín silybarius, cardo, y este del griego silybum que encontramos en el nombre científico del cardo mariano. Menos usado es el nombre cardelina, procedente del latín vulgar cardelis "de cardo". Y su nombre científico es carduelis carduelis.


Los cardos marianos viven dos años. Pasado ese tiempo se secan y mueren. Surgen de un gran rosetón de hojas combadas, verdes y surcadas por una extensa red de lineas blancas. Según alguna tradición las hojas de este cardo están manchadas de blanco porque sobre ellas se derramó leche de la Virgen mientras amamantaba al Niño Jesús, lo cual aparte de ese diseño característico habría conferido a la planta virtudes maravillosas y su nombre: cardo mariano, cardo de Santa María, cardo de María o cardo lechero.


Con estos antecedentes legendarios no es de extrañar que para una de las cosas para las que ha sido ampliamente recomendado haya sido la estimulación de la lactancia, no existiendo evidencia científica que apoye este uso.


Pero para lo que más se ha usado el cardo mariano es para tratar afecciones hepáticas. De hecho existe un medicamento muy antiguo llamado legalón cuyo componente es la silimarina principio presente en las semillas del cardo mariano, e indicado según su prospecto para tratar lesiones del higado como las provocadas por una ingesta crónica de alcohol.


13 de septiembre de 2016

Ailanto

Un día, meses después de los acontecimientos, sorprendí a mi padre mirando la calle desde el balcón de la sala del segundo piso. El cielo estaba estrecho, denso, y el aire húmedo agobiaba las grandes hojas lacias de los ailantos.
                                                                                           Paseo
                                                                                           José Donoso




No me gustan mucho los insectos. A algunos como a las mantis  les tengo una particular aversión. Tampoco me gustan las lombrices,  gusanos y demás. Sin embargo como tantos y tantos niños he tenido gusanos de seda, cuya mariposa tampoco me hacía mucha gracia. Mis hijos en cambio no han tenido. No se si ya no está de moda o que yo no se lo he facilitado. La especie que yo y tantos otros niños hemos criado en cajas de zapatos es la conocida como Bombys mori, pero no es la única que se cría para producir seda sino que también se obtiene de la especie llamada Samia cynthia cuyo gusano no deja de ser un gusano, pero cuya mariposa es ciertamente más hermosa que la que yo conocía. No sólo la mariposa es diferente, también los gustos culinarios del gusano que no se  alimenta de hojas de morera sino de las hojas de nuestro invitado de hoy el ailanto (ailanthus altissima) de ahí que este árbol sea objeto de cultivo en su lugar de origen, la China.


No mueve el ailanto en general a comentarios elogiosos, al contrario: que si es invasor, que si huele mal, que si no hay manera de acabar con él...y aunque posiblemente sean cosas ciertas (en cuanto al olor el gusto va por barrios; a mí no me parece desagradable, lo dejaremos en particular) lo cierto es que a mi me resulta un árbol agradable, familiar y es que en el patio de la casa de mi abuela, en dónde yo pasaba los largos veranos de la infancia, aparte de una parra, dos almendros y un membrillo había también un ailanto. Cómo un árbol tan inútil había llegado hasta allí no lo se.


El ailanto llega a Europa, concretamente a Inglaterra, procedente de China de la mano de los jesuitas a mediados del siglo XVIII. Primero como curiosidad botánica desconocida en el viejo mundo usándose como ornamental. Posteriormente se le encuentran utilidades sobre todo para fijar terrenos y formar alineaciones en márgenes de carreteras y caminos. Su rápido crecimiento, su gran resistencia a la condiciones adversas, tanto climáticas como de polución y la facilidad que tiene para la reproducción ya sea sexual o asexual, unido a que  apenas es  atacado por los insectos y a la producción de substancias que inhiben el crecimiento de otras especies son las características que hacen que se extienda con facilidad.  En España ya  se tienen noticias de su presencia a principios del XIX como planta naturalizada.


Pese a ser originario de China por lo que he leído su nombre procede de su denominación malaya y quiere decir árbol del cielo o árbol muy elevado por lo rápido de su crecimiento.