No sabía lo inusual que era mi libertad, pero sabía lo que me había dado. Me había convertido en una estudiosa de las ciencias naturales. Y, para una flamante naturalista como yo, aquella pradera de casi cuatro hectáreas era el mejor de los lugares. Gran parte de lo que allí había debió llegar en el forraje con el que se alimentaba a unos caballos que llevaban ya mucho tiempo muertos, al igual que las semillas de los prados de las tierras bajas: las de las escabiosas, las centaureas, los tréboles, los farolillos, los galios, las brizas, las algarrobas y una gran variedad de otras gramíneas y plantas herbáceas.
Vuelos vespertinos Helen Macdonald
Poco que decir de esta Briza minor, pero ya que trajimos a su hermana mayor estaría feo no traerla por aquí.
Apuntar algunos nombres curiosos que parece no comparte con la Briza maxima: amores nuevos, cupidillos ruines, caracolillos
Muy buenas, la segunda me encanta.
ResponderEliminarTengo que fijarme, porque la mayor si que la he visto, pero esta no estoy seguro.
Un abrazo Joaquín
Preciosas fotos de la briza!
ResponderEliminarHe visto escabiosas, centaureas y tréboles, casi todo lo que describe la autora menos esta bella briza.
Un abrazo grande.
Me encanta verla en los prados. Besos.
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