Así hablando en medio de aquellas verdipardas soledades, Alpuente pateó un tronco caído. La madera podrida se deshacía con facilidad. Lo voltearon entre los dos. Se produjo en la sombra recóndita una escurribanda de bichejos. Una colonia de hongos amarillos se apretaba en la corteza putrefacta
Ávidas pretensiones
Fernando Aramburu
Algunas de las fotos que ilustran la entrada de hoy tienen más de ocho años, pero no ha sido hasta hace pocos días que le he podido poner nombre a lo fotografiado: Leocarpus fragilis
Y no sólo poner nombre, también confirmar algo que suponía y es que pese a lo distintas que son unas de otras todas pertenecen a una misma especie.
Yo he tardado en ponerle nombre (y como suele suceder ha sido por casualidad), pero los científicos parecen mostrar dudas en cuanto a dónde clasificarla, si entre los hongos o entre los protistas.
En sus etapas tempranas es una masa viscosa apareciendo luego esas bolitas muy numerosas y agrupadas que asemejan puestas de huevos. En esos glóbulos, primero de color amarillo vivo y que con el paso del tiempo adquieren un tono rojizo, es dónde se formarán las esporas. Las formas y colores que podemos encontrar son muy variados.
La podemos ver en otoño creciendo sobre materia en descomposición, ramas pequeñas, madera muerta, hojas, piñas...
Lo de leocarpus es por la lisura de los globulos (Leo: liso Carpus: fruto) y lo de fragilis por la facilidad con que se rompen. No es comestible, aunque tampoco se considera tóxico y aunque en los sitios que he consultado dicen que es muy frecuente yo sólo lo he visto en tres ocasiones
These textures are so revealing
ResponderEliminarSerá muy frecuente pero yo, que mientras pude hice muchas excursiones micológicas, en muy raras ocasiones recuerdo haber visto este tipo de formaciones y, desde luego, nunca tan grandes y vistosas.
ResponderEliminarUn abrazo,
Es una de las especies más curiosas que nos has mostrado, es muy interesante aprender estas cosas.
ResponderEliminarMuchos besos.