cuatro matagallos secos,
cuatro encinas destrozadas
J.A. Muñoz Rojas
La siempre fecunda imaginación popular ha querido ver en las flores del phlomis purpurea la cresta de un gallo y de ahí que reciba el nombre de matagallos, resultado de unir dos sustantivos al igual que vimos al hablar del torvisco, y no porque nuestra planta mande gallos al otro mundo.
Alguno de sus otros nombres proceden de los usos que ha conocido y así en algunos lugares la llaman mechera, candilera o torcida pues sus hojas eran utilizadas para la fabricación de mechas para candiles. De ahí vendría también su nombre científico, del griego phlox, llama. Y para saber por qué la llaman también melera no es necesario ser un lince ni tampoco abeja pues según he podido leer su sabor es dulce y en otros tiempos gustaban de ella los niños.
Otros muchos usos no se corresponden con ningún nombre en concreto: sustituto del tabaco, remedio para los dolores de barriga, para los sabañones, para facilitar la expulsión de la placenta en cabras y ovejas...Y entre estos usos que parece que no ha originado ninguna denominación se encuentra el que más me ha llamado la atención.
Hay cosas con las que hemos crecido y no se nos ocurre pensar que no siempre han sido así. El estropajo podría ser una de esas cosas, y resulta que tal como lo conocemos aun no tiene el siglo. Antes de inventarse lo que se usaba era el esparto ( cuyo uso he conocido aunque no tenga el siglo ) y en las zonas rurales y mas humildes otras plantas como nuestro matagallo.
Interesante entrada, he estado buscando en mi memoria pero esta planta no consigo recordarla.
ResponderEliminarUn abrazo,
Siempre lo cuentas todo de una forma tan amena e interesante, Joaquín!
ResponderEliminarNo lo conozco a este Matagallo, pero las fotos que has hecho son preciosas.
Un abrazo.
no lo entiendo
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