Circulaba el porrón, soltando su rojo chorrillo que levantaba un tenue glu-glu al caer en las abiertas bocas; obsequiábanse unos a otros con puñados de cacahuetes y altramuces.
La barraca
Vicente Blasco Ibáñez
Pues sí, de estas bonitas flores azules del lupinus angustifolius surgen los amarillos altramuces que nos ponen en muchos lugares acompañando una caña, o que en nuestra infancia les echábamos a los patos del estanque del parque.
Mas, aparte de estos usos cotidianos, esta legumbre ha conocido otros más curiosos: en la localidad cordobesa de Posadas durante la verbena de Santiago era tradición que las mozas le tirasen altramuces al santo, en el convencimiento de que atinándole en el ombligo, encontarían novio.
Pues leí hace poco en un blog amigo que los altramuces no son sanos. ¡A mí me gustaban!!!
ResponderEliminarDe las fotos hoy me quedo con la segunda.
¡Qué costumbres, jaja!
Saludos
Hola Joaquín. Magníficas fotos con un "azul" impecable. Enhorabuena y un abrazo desde Doña Mencía
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTe han quedado unas fotografías preciosas!! De pequeña comía muchos altramuces, los vendían en los kioskos de chucherías en unas palelinas y venían remojados ¡riquísimos!
ResponderEliminarUn abrazo.
Una belleza de ejemplares
ResponderEliminarUn abrazo
Elvira, por mi bien espero que lo que comentan en ese blog no sea cierto. ¡Me encantan los altramuces!
ResponderEliminarGracias por el comentario José Manuel
Hola Montse. Recuerdo que cuando niño los vendían en unos carrillos en el parque, principalmente para los patos. También recuerdo, ya adolescente, haberlos usado como proyectiles, dándoles un pequeño mordisco en un extremo y presionando salía el fruto disparado.
Gracias por la visita Ángel
Pues fíjate que eran de mi devoción y nunca hubiese sabido de la flor, en mi tierra son muy-muy apreciados.
ResponderEliminarSaludos